Sin poderte acariciar

Es curioso como un mero juego te puede cambiar, curioso como lo que es una historia de divertimento para una persona, a otra la puede marcar tanto como para hacerla cambiar.

Hace tiempo era frío y huraño, poco acostumbrado a aceptar caricias de los demás, encerrados después de la tortura de un tiempo que fustigó en mí su crueldad. Pero eso cambió, cuando viví una historia de amor, en la que yo era la parte enamorada y la otra parte alguien que sólo quería jugar a un juego que yo no era capaz de vislumbrar.

Aún recuerdo esa vida tan injusta en la que te tenía sin poderte acariciar, te quería sin poderte besar, te decía te quiero y tú no me querías escuchar.

Quizás no fuera así tampoco, quizás no fuera un juego, quizás te arrepentiste por la mitad y por eso saliste huyendo, poniendo un mundo de por medio y escondiéndote de mí, de tal manera que nunca seré capaz de volverte a encontrar.

Cambié desde entonces, aprendí a aceptar que hay cosas que no están mal, que no es malo reírse ni enamorarse, que no es malo que te abracen y dejarte abrazar, que es dulce un beso inocente, que es feliz estar juntos y en silencio sin más.

He aprendido muchas cosas, desde luego, pero la verdad es que nunca te podré olvidar, aunque ya no busco tu rostro, eso sé que ya no estará a mi alcance jamás.

Sin poderte acariciar

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